Como todos los años, el acto se ha celebrado en el Teatro Cervantes, a partir de las siete y media de la tarde.
En primer lugar, intervino
Después el Jefe de Protocolo de la Agrupación de Cofradías, Rodrigo Martín, abrió la segunda parte del acto con el tradicional un saludo institucional, y dio paso al pregonero del año pasado, Pedro Merino, quien presentó a Paco García. Hay una gran expectación en el mundo cofrade por escuchar el pregón de García.
“ Y un día conocí al Señor de la Misericordia y a la Virgen del Gran Poder… Y desde el primer momento tuve una atracción especial. Allí, en la Parroquia del Carmen, con tan sólo quince años, me di cuenta que para respirar a marismo o percibir el espumeo de las olas en el «rebalae» no había que irse a una de nuestras playas. Bastaba con entrar a la vieja iglesia donde Torrijos veló su última noche y, nada más penetrar en ella, hacerse la cruz en la frente con los dedos mojados en la fría agua bendita de una de sus pilas de la puerta principal. A partir de este acto tan parroquiano, el mare nostrum se impregnaba en nosotros, como imaginario bote salvavidas, para así navegar luego por el interior del marinero templo hasta recalar en la capilla del Chiquito y de la Madre y Señora que todo lo puede.”
“ Fue un primer Jueves Santo inolvidable en compañía de gente fenomenal como los Flores…...
Y todo... ¡¡ Todo por el «Perchelero» !! ”
“ Si el Chiquito sigue cayéndose ante nosotros, esto es porque su Cruz está siendo cada yez más pesada por las muchas cosas que se vienen produciendo en nuestro entorno. Porque parece que las injusticias, los egoísmos, las prisas, las intolerancias, la violencia, los malos tratos, las ambigüedades, la incomunicación, el consumismo, las penurias laborales, las drogas y las insensibilidades que nos rodean dan la impresión que se adueñan más de nosotros. Si lo pensamos bien, nos percataremos de que los llamados valores humanos están en crisis. Sufren un serio peligro de extinción. Basta con ver a las personas mayores para comprobar que día a día la soledad y la desatención hacen más merma en ellos... A los niños y a la juventud les prestamos mínimo tiempo, poco interés y escaso afecto... A los inmigrantes se les paga con crecientes dosis de indiferencia. .. A los inadaptados les volvemos la espalda sin ningún remordimiento. .. A las familias o parejas les cuestan enorme trabajo seguir unidas y cada día aumentan las rupturas y separaciones... A los enfermos los ponemos más malos todavía con nuestras distancias y frialdades... Y mientras tanto... ¿Dónde estamos y qué hacemos los cofrades?... Ante este inquietante panorama cotidiano, no podemos quedarnos pasivos. El joven siglo nos está exigiendo ir mucho más allá del culto, de la estética y del saber pedante. Se precisa una revolución ética de servicio a los demás. Hemos de adoptar actitudes aún más entregadas, responsables y eficaces para hacer frente a las necesidades y miserias particulares y ajenas. Creo que nosotros, los cofrades, con el apoyo de todos, tenemos que ser modelo actualizado de Iglesia y, además de proclamar públicamente